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Editorial ZYX


Un movimiento social de promoción de militantes que dieron vida a muchas experiencias de participación sindical, social, ciudadana y política, en esa lucha social por la igualdad. que tanta fuerza desarrolló en la ideología política.

Raíces ZYX


Capítulo dedicado a la Editorial ZYX del libro Manifiesto para los humildes, de Carlos Díaz, publicado en 1993 por el Centro de Estudios Pastorales del Arzobispado de Valencia.


De este libro, comentaba Luis Ferreiro en el número de otoño de 1994 en la revista Acontecimiento (del Instituto Emmanuel Mounier) que se dirige a un público comprometido, con la intención de alentar una dinámica social, de reforzar y multiplicar una praxis con la reflexión en profundidad, pero también con el deseo de impulsar a personas y grupos de carácter más teórico a verificar su teoría, sometiéndola a la prueba de la real, pues si «la acción sin reflexión es ciega», «la reflexión sin acción es vacía»: inteligencia y teoría, y voluntad y valentía con frecuencia combaten en distinta trinchera y hay que unirlas.

Vaya el texto de este capítulo con esta perspectiva

1. 1. Tener raíces

Pero si la historia es el tiempo, la sociedad en que acaece el tiempo es el espacio. Tiempo sin espacio es vacío, espacio sin tiempo es ciego. Después de Einstein sabemos que el tiempo es una dimensión más de lo real, así que no podríamos tampoco nosotros, ni nadie, por más que lo quisiera, emprender el relato vivido de la historia sin mostrar su encarnación espaciotemporal.

La manifestación en el tiempo de lo que son los colectivos constituye su cultura. La «personalidad básica» de los individuos y de los pueblos no podría entenderse sin su pasado, que no desaparece, sino que se presenta como pasado operante en el presente. La historia es nuestro presente y es nuestra cultura (cfr. M. Dufrenne: La personalidad básica. Un concepto sociológico. Ed. Paidós. Buenos Aires, 1972).

Así las cosas, nosotros venimos de lejos, muy de lejos en el tiempo, y por lo mismo estimamos que nuestras raíces sociales y nuestra historia de presencia sociopolítica no solamente no comienza hoy porque toma el relevo de la humilde gente militante, sino que además deseamos que no termine mañana, ni pasado, ni nunca, pues nunca podremos dejar de ser:

a) personas que son fin en sí mismas;
b) abiertas al prójimo trabajando por una ciudad ideal;
c) abiertas a la trascendencia.

Los marcos históricos pasan, cambian, o mutan; pero nosotros nunca podremos dejar de ser personas en sociedad y abiertas a lo trascendente... al menos, mientras seamos como hoy creemos ser. Ciertamente, venimos de lejos en el tiempo: primero del libro del Génesis y de su desarrollo en el Antiguo Testamento; después, nada menos que del Evangelio de hace dos milenios. Obviamente, también nosotros -fieles a la infidelidad de nuestros antepasados, y por tanto desgraciadamente infieles a Dios- quebrantamos continuamente nuestro pacto con el Dios que hizo los cielos y la historia, y cada día sabemos mejor que no solo venimos de más allá de un bimilenio, sino que además distamos años luz de ser dignos seguidores de ese Eu-angellion. de ese Evangelio o esa Buena Noticia que es más grande que todas nuestras mejores actuaciones temporales juntas. Pero contamos con el don del perdón, y con que la gracia de Dios sobreabunda donde nosotros introducimos des-gracia.

Y así seguimos trabajando, entregando nuestro torpe relevo epocal generación tras generación, a pesar de la poquedad del testimonio. Experiencia exó-dica, exílica, y en la cual tenemos la sensación continua de que no llegaremos a verla nueva tierra. A veces cuando nos sabíamos las respuestas nos cambian las preguntas, otras veces un siroco borra todas las huellas y todas las pistas de esta travesía a pie enjuto, y nos quedamos solos, sin nuestros compañeros de viaje, a los que de repente nos encontramos viendo regir las polis más diversas e incluso más aparentemente contrarias a sus discursos. Y así y aquí seguimos al día de hoy, cada vez más un poco más viejos en nuestro peregrinar, pero apenas sin darnos cuenta cada día también un poco más experimentados; muy esperanzados pese a todo, aunque a veces muy infieles y también bastante maleados (maleados no sólo por los otros, también por nuestro propio malum).

Sí: también nosotros andamos bastante escasos de frutos propios, porque la cosecha de nuestra propia generación está siendo más bien escasa en medio de la sequía ambiental y de las circunstancias en que nos encontramos inmersos al final de este bimilenio; tenemos raíces, sí, pero pocos frutos, y por eso no podemos jactarnos de nada. Aquellos que por su parte presumen de un siglo de honradez no sólo se vanaglorian de muy poco tiempo, sino que además deberían engolarse menos cuando su árbol parece haberse secado sin soñar en alcanzar la venerable antigüedad del drago de raíces milenarias. Presumir de tener raíces sin frutos resulta, en fin, más que triste, pues es tanto como exhibir árbol genealógico echándose a la bartola bajo él, y ahí me las den todas.

Pero nosotros por nuestra parte sabemos que no hay frutos sin hondas raíces, y que éstas claman por aquéllos: por los frutos se conoce la fertilidad del árbol. Y no perdemos en modo alguno la esperanza de ser «conocidos» por nuestros frutos, que para corresponder a sus raíces sólo podrían «reconocerse» en el rostro de la viuda y del huérfano, nunca en una polis que mucho tiene de necrópolis y demasiado de corruptópolis.

1. 2. El entusiasmo-Zyx

Digamos, pues, dos palabras sobre nuestra historia experiencial a fin de que, en su modesta calidad de eslabón intermedio, sea conocida por nuestros sucesores y para que de este modo les enriquezca a sus propios sucesores.

La historia más inmediata, la nuestra, es la que en la España de los años sesenta todavía inmersa en un franquismo muy entero y muy dictatorial surgió alrededor de una Editorial que -por sugerencia de Teófilo Pérez Rey (uno de sus promotores, anucleados en torno a la figura carismática de Guillermo Rovirosa)- fue denominada Editorial Zyx para poner primeras las tres últimas letras del abecedario, y de este modo para manifestar su opción preferencial por los últimos: bella declaración de intenciones que surgía de la HOAC, Hermandad Obrera de Acción Católica, en una época en la cual los obreros humildes tenían mucho de pobres de la tierra. Obrero, tierra humilde: homo-humus-humilis.

Se trataba con aquella obra de dignificar la condición humilde del obrero, entendiendo que esa dignificación sólo podía sustanciarse y sanarse en la raíz si se situaba a la luz del Cristo pobre y obrero. Y aunque con el curso del tiempo las instituciones se empeñan casi indefectiblemente en ir validando el lema corruptio opyimi pesima («cuando lo mejor se corrompe entonces deviene pésimo»), sin embargo, en principio, a esta generación no se le pasó por la cabeza trabajar para una exaltación unilateral del mundo obrero con su inevitable escoramiento obrerista, economicista, y finalmente sectario, sino dar el callo en favor del mundo obrero-y-pobre, incluyendo en él todas las pobrezas físicas y psíquicas, todo lo caído, todo lo que sólo podría ser redimido desde el madero por el Jesús de los últimos en su opción preferencial por ellos.

Empero, y para decirlo todo, buena parte de la jerarquía católica desconfió sistemáticamente de este proyecto en la medida en que su propia idea de Iglesia se solapaba en exceso con la cosmovisión impuesta por el Caudillo de una cristiandad católica que había vencido a los infieles en una supuesta cruzada y que se autolegitimaba presentándose cual modélica reserva espiritual de Occidente y espada de la cristiandad. Aquel Franco bajo palio resultaba ser, así las cosas, la vera effigies o verdadero rostro de un cesaropapismo más propio del Carlomagno del año ochocientos que del siglo XX, por mor del cual cesaropapismo el episcopado español quedaba atado y bien atado en las manos de su pretendido protector. Las cosas casi nunca son como deseamos que sean, son sencillamente como son, y aquélla era la realidad existente entonces, con la cual había que contar y trabajar. El mismo Guillermo Rovirosa -ese hombre al que no sólo hay que explicar, sino con el cual uno ha de explicar ciertas realidades, y ante el cual uno debe explicarse cuando habla desde su tradición- padeció el ostracismo en su propia HOAC por desconfianzas episcopales respecto del proyecto por ella representado, proyecto que a aquella generación de jerarcas siempre le olía a marxismo puro y duro, por lo que el marxismo resultaba a la sazón la mofeta más pestilente del mundo, ya que todo despedía aromas de marxismo, lo cual demuestra que las cosas huelen según el miedo o el deseo de la nariz que olisquea: quidquid odoratur ad modum odorantis odoratur. podríamos decir. Y si dabas el tufo de marxista estabas perdido, porque además el marxismo parecía acercarse en su odoración al mismísimo fétido y diabólico azufre con toda la variedad de su gama redescubierta ad hoc (y en este caso ad hoac) por las más refinadas narices inquisidoras adiestradas con fidelidad olfativa de perro de presa: ¡¡inquisitorial escolástica olfativa!!. Mucho se ha hablado de la oposición entre azules y rojos, pero quizá pudiera establecerse otra, siguiendo la pauta propuesta por Süskind. la que separaría perfumes azufrados y perfumes incensados en un país en el cual -todo hay que decirlo- el botafumeiro fue siempre la cosa mejor repartida del mundo, en lugar del sentido común.

A pesar de lo cual Guillermo Rovirosa y aquella generación de entusiastas (entusiasta: que está con alma, corazón y vida en lo divino que vivifica) que luego fundara la Editorial Zyx (Tomás Malagón, Julián Gómez del Castillo, Luis Capilla, Teófilo Pérez Rey, Jacinto Martín...) no solamente no se desanimó ante la adversidad, sino que en ocasiones logró incluso animarla hasta el punto de desanimar a los adversarios. Cuando el ministro de Información y Turismo al que había que presentar los libros a censura obligatoria y ante cuyas denegaciones no había posibilidad de apelar, cuando el aperturista señor Fraga Iribarne decidió que estaba cansado de aquellos molestos enemigos de la Patria y que cerraba patrióticamente la Editorial, fue cuando ésta más vigorosa se encontró, pues no se cierra nunca una idea que se ha hecho corazón.

¿Cómo se iba a cerrar aquel hermoso emporio de corazones de cristal, si los que colaboraban en Zyx cobraban el salario mínimo, y muchos incluso daban gratis todo su trabajo excedente, poniendo encima dinero? ¿cómo se iba a cerrar, si -por referir un solo ejemplo que compendia otros muchos- Juan Gómez Casas, que iba a ser más tarde Secretario General de la CNT. escribió para Zyx recién salido de la cárcel su famosa «Historia del Anarcosindicalismo» con el salario de un peón de albañil hasta que la terminó? ¿cómo se iba a cerrar si los militantes de Zyx no entraban en bares porque no tenían tiempo ni dinero ni ganas, puesta su cabeza y su corazón en otras causas? ¿cómo se iba a cerrar, si los obreros-militantes mismos habían formado una caja de resistencia y el dinero -el poco, el heroico dinero, en ocasiones- de la gente se entregaba a fondo perdido cuando era menester? ¿cómo se iba a cerrar, si clandestinamente continuaban vendiéndose los libros, una vez clausurada la Editorial, en campos, fábricas y talleres, del productor al consumidor, a pesar de que el vendedor podía acabar y acababa a veces en la Dirección General de Seguridad? ¿cómo se iba a cerrar, si los puestos callejeros en que los ateridos militantes ofrecían folletos de trece y de veinte pesetas (baratísimos también ayer) decían a la gente las cosas que la gente quería leer, acaso se le pueden poner puertas al campo? ¿cómo se iba a cerrar si los militantes de Zyx vivían como apóstoles durante todas las horas de su vigilia, y quizá también en buena parte de sus sueños? ¿cómo se iba a cerrar si de alguna de la gente de Zyx podía afirmarse que estaban en lo mismo y tenían todas las cosas en común? ¿cómo se iba a cerrar, si Zyx enseñaba a vivir la realidad haciendo de los libros texto vital, y de los textos vitales libro, al modo como en la novela Farenheit 451 de Ray Bradbury, al final convertido cada hombre en un testigo de la bibliografía de lo eterno?

1. 3. Franciscanismo político

¡Qué pena que esbozar estas pinceladas hoy resulte para las actuales generaciones amigas de Narciso de alguna manera proporcionar -por decirlo con el utopista William Morris- news from nowhere. noticias de ninguna parte! Pero entonces -por decirlo ahora con otro reformador, Robert Owen, al que precisamente en ese ambiente habíamos leído y admirado con unción- lo que Zyx quería poner en pie era a new view of society, una nueva visión de la sociedad. En efecto, los militantes de Zyx venían del Evangelio, y desde el Evangelio se encontraban con las personas de toda condición, especialmente con las humildes, en los libros, en los cursos de formación, en las iniciativas experienciales de autogestión, en el rodaje social, en los compromisos vecinales y de barrios, en aquella mística política que era toda una cosmovisión. una visión con la que hablar al cosmos oportuna e importunamente, como Francisco de Asís a la entera creación.

Franciscanos de la política (aunque a riesgo de degenerar en ocasiones en cátaros, todo hay que decirlo) ¿era aquello una lucha política propiamente dicha? Desde luego, pues se entendía la política al modo como Platón la define en el diálogo Protágoras, a saber, como justicia y pudor, y además, por si eso fuera poco, en el sentido en que Charles Péguy lo había explicitado:

«Mística republicana la había entonces, cuando se daba la vida por la república; política republicana la hay hoy, en que se vive de la política» ¡Y cómo se vive hoy! A fuer de sincero, ninguna de las gentes de Zyx hubiera imaginado jamás al actual señor de los espacios políticos, casta «profesional» hiperbórea sustraída de su quehacer laboral, y maiestáticamente elevada a cratofanía teiomórfica o manifestación deslumbrante de lo divino, con un poder cuasifaraónico y unas prerrogativas económicas y sociales absolutamente olímpicas si se comparan con las del resto de los mortales que laboran en el demos de la demo-cracia.

La gente de Zyx pensaba y hacía la política desde la calle, desde los pobres, y la hacía con la misma pobreza con que la padecían los pobres. De verdad, jóvenes que hoy nos leéis. Aunque no lo podáis creer porque nunca habéis visto cosa similar, el sujeto de aquella acción política era lisa y llanamente el pobre. Y cuando decimos el sujeto decimos el sujeto, y no el objeto. En primer lugar, porque los agentes de esa acción estaban más cerca de ser pobres que de ser ricos, y en segundo término porque al pobre nunca se le trata como a un objeto, no se le da una política para que la acepte pasivamente, sino para que se implique en ella. Pues la liberación de los pobres ha sido, es, y será cosa de los pobres mismos. ¿Cuándo se ha visto otra cosa en la historia? En el momento en que los ex-pobres se convierten en neo-ricos, adiós muy buenas, se acabó lo que se daba, y por eso ya no se da nada y todo se acaba para convertirse en nada.

Aquello, pues, era hacer política desde abajo, o, como entonces se decía. desde la base, afirmación para cuya enfatización se llegó incluso al frecuente e inelegante pleonasmo: la buena política tenía que ser de-base-base, y los peor hablados se veían obligados a clamar enfervorizadamente que, si sería bueno tal o cual militante, que era de la puta base. Denominación de origen, pues.

Y en esto, por fortuna, a su vez Zyx no hacía sino heredar las mejores tradiciones militantes de la historia del movimiento obrero español, por ejemplo la abnegada entrega de los obreros anarcosindicalistas:

«Los dirigentes anarquistas jamás cobraron sueldo; en 1936, cuando su sindical, la CNT, contaba con más de un millón de miembros, no tenía más que un secretario con sueldo. Viajando de pueblo en pueblo, a pie o a lomos de mula, o en los duros asientos de los coches de tercera del ferrocarril, o incluso, como los vagabundos o los torerillos maletas, sobre el techo de los vagones de mercancías, mientras organizaban nuevos grupos o dirigían campañas de propaganda, aquellos apóstoles de la idea, como eran llamados, vivían como frailes mendicantes de la hospitalidad que les podían ofrecer sus hermanos obreros menos ahogados por la miseria...

La verdadera riqueza militancial era la cantera de anónimos que apenas escribían y se expresaban torpemente. Colocados entre las masas de aluvión y las élites sobresalientes, llevaban el peso de la organización en su base, en contacto directo con las fábricas...

Por otra parte los anarcosindicalistas mantenían por toda la geografía española cientos de escuelas racionalistas y de Ateneos que eran costeados con las cotizaciones de los adherentes. Ningún otro movimiento dispuso jamás, ni de lejos, de tantos elementos educativos, de tantos órganos de propaganda y de expresión, de tantas editoriales. Los libros, folletos, revistas, periódicos editados por los anarcosindicalistas hasta el último día de su vida pública forman legión, y su solo recuento exigiría nutrido catálogo.

El anarcosindicalismo conservaría hasta su fin su constitutivo carácter ascético. En los medios propios se hacía propaganda contra el alcohol, el café, el tabaco, el juego, los prostíbulos... Se inculcaba el respeto a la mujer y a todo ser viviente. El maestro iba, al mismo tiempo, formándose y adquiría una cultura que más larde serviría al militante» (Víctor García: Antología del anarcosindicalismo. Ediciones Ruta-Base, Caracas/Francia, 1988, pp. 337-39, 230)

Ahí está el reto también hoy, lo mismo que anteayer en el movimiento libertario, y lo mismo que ayer en Zyx: una militancia con una mística, una formación cultural, y mucho amor. Tal me parece que sigue siendo también, lo mismo que ayer, tarea de los pobres de la tierra. Ayer era Pedro Kropotkin, aquel militante libertario nacido en la cuna de la alta nobleza rusa, el mismo que de pequeño se durmió en brazos del Zar de todas las Rusias, el cual militante ya encarcelado en la Fortaleza zarista nos relata en las Memorias de un Revolucionario:

«En cuanto al estado de mi salud, se empeoró más aún debido a la pesada atmósfera de la pequeña celda, que sólo medía cuatro pasos de un ángulo a otro, y en la cual, desde que empezaban a funcionar los tubos de la calefacción, cambiaba la temperatura desde un frío glacial a un calor insoportable. Como había que girar con tanta frecuencia, a los pocos momentos de pasear me mareaba, y los diez minutos de ejercicio al aire libre, en el rincón de un patio cerrado entre altos muros de ladrillo, no me servían de mucho. Respecto al médico de la cárcel, que no quería oír la palabra 'escorbuto' pronunciada en su prisión, mientras menos se hable de él, tanto mejor... En esas condiciones, por el procedimiento de los golpes, yo llegué a contar a un joven que estaba en la celda inmediata la Historia de la Comuna de París, invirtiendo en ello una semana»

¡Golpe a golpe, verso a verso un militante total relata a un presidiario anónimo la Historia de un arquetipo revolucionario, la Comuna de París! Ni una muestra de abatimiento en las circunstancias más adversas. Aquellos geniales convictos a los que nadie podría acusar de sectarismo, aquellos robles inabatibles se entregaban a la causa común hasta la muerte, sin que ningún muro pudiera impedir a la fuerza de su espíritu trascender. Se comprende que a la vista de aquello un amigo con voluntad presencial y militante nos escriba hace poco las siguientes palabras:

«Entre otras cosas me gustaría que en el Instituto E. Mounier se empezara a pensar en términos de Andalucía más que de Sevilla. No quiero decir que sea fácil, pero como algún día habrá que empezar ¿por qué no cuanto antes? Yo creo que ese debe ser nuestro reto.

Por otra parte, cada vez que pienso lo cerca que está la pobreza que nos rodea (el Magreb) y luego recuerdo el internacionalismo obrero del sido pasado, las gestas impresionantes de los anarquistas andaluces que narra G. Brenan, los ideales de aquellos hombres, pobres en medios materiales y en conocimientos, no me resigno a creer que, hoy, hombres con más medios y más inteligencia y conocimientos, sean capaces de tan poca cosa, a no ser que tengan menos espíritu. En comparación con aquellos tiempos heroicos, ¡¡qué fácil sería mantener una relación frecuente con gentes del Norte de Marruecos, con los saharauis, etc!! Bueno, esto es soñar por escrito, pero es tan grande el abismo económico, cultural y religioso que no puedo evitarlo».


1. 4. Historia interminable

Intentar aquí una historia pormenorizada de los avatares de Zyx hasta su cierre excede del todo las posibilidades de unas pocas páginas así como -y sobre todo- nuestra propia escasa capacidad al respecto; además el asunto espera todavía su historiador, tarea que me atrevo a recomendar encarecidamente a la nueva generación de profesionales (en lo que estoy de acuerdo con Rafael Díaz Salazar, quien -él sí- lo haría profesionalmente mejor que nadie, de modo que en lugar de prodigar ese consejo debería aplicárselo él mismo, dicho sea de la forma más cariñosa) porque de alguna manera ofrecería una plataforma heurística o interpretativa privilegiada para entender no sólo la historia del movimiento obrero, sino además la historia de España, y desde luego la historia del «catolicismo social».

Que el poder académico, siempre en otra parte, aún no se haya interesado por la narración de esta historia, eso también es otra historia, una unendliche Geschichte, una historia interminable, pero que de todos modos se entiende bien: a la Academia no le preocupa demasiado la historia pauperum o historia de los pobres, del mismo modo que a la burguesía le molan más las historietas de la prensa del corazón volcada en las bodas del Emperador del Japón, e incluso en los ligues estivales de cualquier príncipe de provincias, con los que se ocupan deleitosamente.

1. 5. Cuando se pierde el Sur se pierde el Norte

El caso es que poco a poco, ay, el panorama de Zyx se fue haciendo sombrío. hasta que la noche luctuosa del entierro llegó. Fue un golpe helado, un manotazo duro, un hachazo invisible y homicida. ¿Por qué, de qué murió el rozagante joven cristiano-social de Zyx? Zyx cerró por su propia decadencia, pero no fue cerrada: lo que no pudo el poder faraónico lo pudo su propia impotencia. Motivo: cuando las raíces cristocéntricas comenzaron a debilitarse en los corazones de aquellos militantes obreros empezaron a crecer a su alrededor a modo de Ersätze o subrogados las malas hierbas, la cizaña, la mera ideología. la cual es una visión imaginaria de la realidad que ha perdido su suelo nutricio, que ha dejado de lado su relación con las cosas mismas, y que finalmente acaba tomando la propia perspectiva subjetiva por realidad objetiva, desenfocándolo todo.

En efecto, España estaba cambiando a ojos vista, el régimen se iba debilitando (y a ello contribuyó Zyx enormemente, muchos de cuyos militantes hoy se encuentran dispersos y esparcidos por las latitudes políticas más diversas, en plena diáspora), y las teorías políticas no cristianas o anticristianas iban surgiendo día a día cada vez con mayor fuerza.

Además hay que tener en cuenta que Zyx no fue nunca una organización de partido, y por ese motivo no podía ofrecer perspectivas políticas profesionales a aquellos de sus militantes que, cada vez más entusiasmados con el cambio social y cada vez más tibios en su fe, se iban escorando paulatinamente hacia la acción en detrimento de la reflexión.

Quizá también en Zyx el listón de la perfección política había sido puesto muy alto por una minoría y la mayoría no llegaba, o quizá es que no se tuvo suficientemente en cuenta que, como alguien ha escrito muy gráficamente, el mundo es una montaña de mierda y hay que cogerla con las manos.

El caso es que, poco a poco, decíamos, conforme aumentó el nivel de vida de las clases trabajadoras, sus militantes comenzaron a imaginarse cómo había que liberar al pobre. Fue entonces cuando unos se imaginaron una liberación de una manera y otros de otra, pero no desde los pobres mismos, y cada vez menos desde el Cristo pobre. Marxismo, anarquismo, neomarxismo, neoanarquismo. posibilismo, maximalismo. pragmatismo, y todos los «ismos» comenzaron entonces a agitarse académicamente en la olla de grillos hasta que al final, como el rosario de la aurora, se produjo la debacle y la secesión, el insurgir de todos contra todos. Craso error, pues una gran política sólo cabe con una gran mística: “Al cabo de cinco años de quejarnos y de autogestionarnos estamos así. Causas: creo que los propagandistas hemos equivocado el camino. Hemos buscado ansiosamente operarios para la viña del Señor, cuando lo que se nos había mandado en primer lugar era rogarle al Señor que Él los enviase. Yo debo confesar mi culpa: por cada semana pasada 'buscando' operarios no he pasado ni un minuto 'pidiéndolos'. Puede que algún moralista me hiciera 'distingos' (para tranquilizarme) entre lo explícito y lo implícito y quizás tuviera razón. Pero lo cierto es que (por lo que se ve) todos los propagandistas de la HOAC -en más o en menos-, todos padecemos del mismo mal” (Guillermo Rovirosa: A Mosen Ricart. Madrid 3-4-41).

Finalmente, y colorín colorado, cuando el barco se hundió las ratas, fieles a su proverbial habilidad, entonaron el correspondiente «¡¡sálvese quien pueda!!», abandonando el barco en suspensión de pagos.

Y hoy, lo que es la vida, no pocos de aquellos supuestos militantes-insignia se encuentran tan felices y contentos con la actual democracia formal, ese metafísico proceso que con todo realismo garantiza simplemente que no somos gobernados peor de lo que nos merecemos.

1. 6. Los nuevos jóvenes de la vieja Europa

Hay que reflexionar sobre el pasado:

  • ¿Qué lectura cabría extraer de todo aquello? ¿Es que el cristianismo social (es decir, el cristianismo sin adjetivos, pues un cristianismo no social o ajeno a lo social vendría a ser lisa y llanamente una contradicción en los términos) no vige cuando un país alcanza un cierto nivel de vida?
  • ¿acaso es que su propia decadencia le ha llegado por un declive en la formación de sus militantes, incapaces de afrontar el reto de una cultura laica y plural?
  • ¿o tal vez por una declinación de su fe, ahora pretendiendo oler a la vez a azufre y a botafumeiro, y por lo mismo al final a nada, con la inodoración aséptica del mundo posmoderno y light?
  • ¿o es que los nuevos jóvenes de la vieja Europa, es decir, la generación de hoy, ha roto amarras con la generación de sus padres al haber cambiado el contexto histórico y productivo que nosotros, sus padres, no supimos encaminar debidamente tras la bandera libre, igual y fraterna que enarbolábamos?
  • ¿o quizá hemos de pensar que se está preparando de forma aún invisible para nuestros ojos un mundo cuyo alcance y significado no podemos entender, y por tanto ni siquiera someter a juicio histórico?

1. 7. Y sin embargo el espíritu-Zyx pervive

Ahora bien, la historia continúa rodando, y si algo se demuestra siempre es que en ella nada es definitivo porque las sociedades cambian y pueden (podemos) rectificar. Por lo demás los movimientos históricos no son holistas, es decir, que la historia no es un rodillo porque existen en su interior las divergencias y las disidencias aunque sean minoritarias, y ellas también hacen historia si consiguen abrirse camino.

Y teniendo en cuenta esto el Instituto Emmanuel Mounier, como otras organizaciones actualmente operantes y bastante más testimoniales, ha querido continuar humildemente parte del carisma de aquella Zyx. Y aunque el modesto Instituto Emmanuel Mounier no es en nuestros días un organismo confesional, como tampoco lo fue Zyx, sin embargo su aspiración continúa siendo básicamente la misma en unas circunstancias históricas muy diferentes. Pasemos, pues, sin más preámbulos a detallar las tareas que en nuestra opinión podría asumir humildemente en nuestros días, y cómo creemos que debe hacerlo, para que al final tenga el coraje de hacerlo y la humildad de no alardear de ello, si lo logra.


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