Jacinto Martín Maestre nace en Pola de Laviana (Asturias) en 1897. Jacinto fue un forjador de militantes obreros cristianos y sindicalistas. Llega a la HOAC en 1947, proveniente de las líneas del anarcosindicalismo. Llegaba como muchos otros conversos para poner en el Ideal descubierto toda la fuerza y vigorosidad con la que anteriormente se habían entregado al sindicalismo.
Fue discípulo directo de El Noi del Sucre y de Ángel Pestaña en la Barcelona de los años 20 y 30. En esa Barcelona clandestina, donde los obreros que formaban el corazón de la Confederación Nacional del Trabajo hacían de los bares centros de cultura obrera, es donde mamó su militancia Jacinto.
Participó y sufrió la Guerra civil. Profesionalmente fue perito electricista. Jacinto imprimía respeto por su carácter fuerte y tierno a la vez. Con su mujer, Flora tuvo un hijo, y compartieron las vicisitudes de la vida apostólica hasta el final de sus días. Precisamente será su hijo el instrumento del que se valdrá el Señor para hacer de este militante, duro de carácter, pero de corazón entregado, un hijo predilecto de la Iglesia. En 1946 acude a un cursillo de la HOAC habiendo dejado a su hijo en casa gravemente enfermo, sin poder olvidarse la preocupación. Allí, con don Eugenio Merino primero, el gran sacerdote místico del inicio de la HOAC, y Guillermo Rovirosa después, cayó del caballo y, como el mismo cuenta, se pasó la noche en vela ante el Señor quemando mis últimos pobres cartuchos.
Como militante de la HOAC dio cursillos y conferencias a diestro y siniestro. Participó en cuantas reuniones, encuentros, semanas sociales… le encargaban. Colaboró en la elaboración y puesta en marcha del Plan Cíclico (método de formación de militantes cristianos), cuyos verdaderos artífices serían Rovirosa y Malagón.
Con Rovirosa siempre mantuvo una fraternal amistad, a pesar de que sostuvieran opiniones diferentes con fuerza en varias ocasiones. En una de ellas, la discusión entre ambos durante un Pleno se prolongaba más de la cuenta, sin dar ninguno su brazo a torcer. Tuvieron que ser convocados en otro momento para deshacer el cisma. Jacinto se preparó todas las armas dialécticas y argumentos que iba esgrimir, y comenzó a lanzárselas a Rovirosa. Guillermo, le cortó con un gesto y dijo: Tienes toda la razón. Jacinto narra como se desinfló como un globo, pues no se esperaba esa lección de humildad. Acabaron fundidos en un abrazo.
En otra ocasión, sin embargo, en un congreso de Movimientos Obreros Internacionales, al que acudían él, Tomás Malagón y Rovirosa, ante una aportación de este último que fue cruel e injustamente rebatida por los representantes italianos, defendió con pasión a su amigo Guillermo. Mientras Rovirosa callaba y se tragaba la reprimenda con una sonrisa, Jacinto salto, y les contestó con tanta fuerza y pasión, llamándoles burgueses, que el delegado italiano salió de la sala exclamando ¡ Oh, questi asturiani! ¡Dinamita!
Impulsó los Grupos Obreros de Estudios Sindicales (GOES) que serían la partera de las Comisiones Obreras (CCOO). El propio Jacinto sería decisivo para la creación de las comisiones obreras en Asturias. Pero pronto se dio cuenta de que, por la manipulación comunista, el nuevo sindicato no defendía los intereses de clase, sino los propios del partido, de los patronos y de los grupos ideológicos. Así en un libro firmado como Tribuna Obrera acusará a CCOO de SINDICATO AMARILLO, y se desentenderá de él definitivamente, pues es creado para la defensa de intereses que no son los auténticos. En su libro “la caida de Kruschev o la crisis del comunismo”, preconizó con casi 30 años de adelanto el fracaso de esa forma de totalitarismo.
A pesar de todo, su pasión seguía siendo el sindicalismo y el movimiento obrero. Colaboró e impulsó muy activamente la editorial ZYX, de la cual sería autor del segundo título (Juventudes de Hoy) después del primero de Guillermo Rovirosa (¿De quién es la empresa?) y fue responsable de la sección de movimiento obrero. Esa pasión por el sindicalismo, le llevaría incluso a creer en la idea de sindicalizar la sociedad, a ver en el sindicato un fin en si mismo, sin percatarse de los vertiginosos cambios que padecía la sociedad española.
Vivió lo suficiente para ver como la sociedad postmoderna, ya no tenía nada que ver con la modernidad industrial que le había tocado vivir. La clase obrera española y europea de los 80 y 90, ya no eran explotados sino explotadores.
Jacinto Martín fallecía en su tierra natal el 14 de octubre de 1991. Puede que la Historia les haya pasado, pero el Padre Eterno, les ha acogido con amor infinito como a hijos que entregaron su vida.
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