Subscribe Us

Editorial ZYX


Un movimiento social de promoción de militantes que dieron vida a muchas experiencias de participación sindical, social, ciudadana y política, en esa lucha social por la igualdad. que tanta fuerza desarrolló en la ideología política.

Guillermo Rovirosa Albet

 

Militante cristiano del movimiento obrero y maestro de espiritualidad desde los pobres.

Guillermo Rovirosa nació en Vilanova i la Geltrú en 1897, en una familia acomodada dedicada a los trabajos agrícolas. Es el tercero de tres hermanos.

Su padre le educó siempre en el amor a la verdad.

La madre destacó por su religiosidad, vivía con alegría en medio de los terribles dolores que padecía por una enfermedad que la había dejado paralítica al poco tiempo de nacer Guillermo. Daba catecismo a adultos y tenía un gran amor por la cultura.

Al morir el padre, Guillermo es llevado a un colegio interno. Empezó siendo el niño más atrasado de su clase y al tercer año sobrepasaba a todos. Se hace tremendamente soberbio, punzante e irónico.

A los 18 años muere su madre.

Él es un apasionado de las matemáticas, de las ciencias y de la técnica, como expresiones certeras de la verdad. Abandona totalmente lo religioso, se hace no creyente. No acepta que personas buenas como su madre no "ganen" y tras una vida de sufrimiento, mueran.

Con 22 años pide en la Universidad que si hay Misa, él tiene derecho a dar una conferencia sobre la no existencia de Dios.

A los 23 años aparece la tuberculosis que le impide acabar la carrera de ingeniero técnico electricista. En esta época, aunque sigue siendo no creyente, ya no es tan beligerante contra lo religioso.

A los 25 años se casa con Caterina. Recién casado se dedica a hacer juguetes mecánicos para ganarse la vida y monta un taller.

En su búsqueda espiritual, cae en el espiritismo, después en la teosofía, pero al profundizar, hay cosas que un científico que busca la verdad no puede admitir y acaba convirtiéndose en un gran escéptico.

Participan con los juguetes de su invención en la Exposición Internacional de 1929. Su mujer vende los juguetes por las calles.

Se van a vivir a París. Allí hace un invento sobre el cine pero las estrecheces le obligan a vender la patente por 2.000 pesetas.

A los 35 años, paseando por París se produce su conversión. La curiosidad le hace acercarse a la puerta de una iglesia al ver una multitud y escucha al Cardenal Verdier decir: "El cristiano es un especialista en Cristo y de la misma manera que el mejor oculista es el que más sabe de los ojos, el mejor cristiano es el que más sabe de Cristo". Él se da cuenta de que no conoce a Jesús y comienza su interés en numerosas lecturas y con el empuje de su mujer camina hacia su conversión, que se produce en El Escorial al año de escuchar al Cardenal Verdier. Este es el acontecimiento central que cambia su vida.

Encuentra trabajo en una empresa de refrigeración y deciden quedarse en España. A partir de entonces Guillermo se dedicará al apostolado obrero.

Los años de la guerra los pasan en Madrid, que es zona republicana y como cristianos tendrán que meterse en las catacumbas pues la persecución religiosa arrecia. Organiza una capilla clandestina en su hogar, allí se celebra una Eucaristía diaria. Por otra parte sus compañeros de trabajo le demuestran su total confianza, nombrándole presidente del Comité de empresa, por esta causa padecerá la cárcel de la represión franquista al acabar la guerra.
Acosado por la derecha y por la izquierda, irá viviendo el quedarse sólo con Cristo y este crucificado.
Viviendo en las catacumbas (unos sótanos de la empresa en que trabajaba) ocupan unos locales que tenían allí los jesuitas y cuya biblioteca, la cual estaba a su disposición, había sido saqueada. Hay poco trabajo, lee muchísimo, entre sus lecturas sociales destaca: "El tratado de la usura" de Mastrofini.
Fabrica una máquina de hacer fideos.
En la capilla que había montado en su casa se celebraron dos Navidades y tres Semanas Santas. Sus compañeros no delatan el hecho, lo cual demuestra el respeto que le tenían.
Guillermo se expresa así:
"Terminada nuestra guerra, yo ofrecí mi vida al Señor para quemarla en el fuego de su servicio; me puse en manos de su Providencia para no rehusarle nada, pidiéndole cada mañana que me dijera lo que quería hacer de mí. Comprendí claramente el gran daño que me había hecho en mi juventud una versión burguesa, farisaica y judaizante del catolicismo; y el gran mal que me hizo en la edad adulta una versión con las mismas taras de la sociología católica".
Se le detiene y es interrogado en septiembre de 1939 en la prisión de Porlier. Nunca citó al compañero de trabajo que lo había denunciado como presidente del Comité de empresa. Era aquel con quien se negó a colaborar en unos fraudes. Los otros miembros del Comité quedan libres, pero él es condenado a 12 años y un día.
"Pude ver actos de abnegación, de sacrificio y generosidad, que me llegaron al corazón. La prisión fue para mí uno de los más grandes beneficios que he recibido de Nuestro Señor".

Le asqueaba la aristocracia y como compañero de celda se encuentra un noble, homosexual y cubierto de llagas para colmo de repugnancia. Como San Francisco, Guillermo besa las llagas de aquel hombre, y en este gesto sobrenatural es testigo de las maravillas del Amor de Dios.





Rodrigo Lastra del Prado

Publicar un comentario

0 Comentarios