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Serie S. Nº 40 Maximo Gorki |
El Domingo Rojo responde a un hecho histórico: la revolución rusa de 1905.
Es un cuento desgarrador y dolorido, con un ritmo triste y pausado, que se sumerge en el jugoso realismo de Gorky. El pueblo cree en el Zar como el ser que, por encima de todas las fuerzas, le protege. Y ante la opresión a la que se ve sometido, decide con paso lento y entre oscilaciones y dudas dirigirse al encuentro del Zar. Los soldados reciben a la multitud con los fusiles y los sables. Caen muertos y heridos, pero al pueblo todavía no se le ha caído la venda de los ojos, la esperanza irracional en ese ser que está por encima. El proceso es lento. La razón se abre lentamente. La creencia y la esperanza van cayendo al compás de los muertos y de los heridos. La idea del Zar, de los soldados protectores y salvadores del pueblo se desmorona, se rompe. El pueblo se disgrega, se reúne, se detiene, avanza incontenible movido por la certeza de que han nacido entre las sombras y la nieve manchada de un domingo rojo, una nueva realidad, la de su fuerza.
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