Daniel Parker -seglar, protestante- demuestra con el Evangelio, con las Epístolas y con los Hechos, que la realización y mantenimiento de la unidad, fue una preocupación primordial entre los primeros cristianos. Y a partir de ahí, se sitúa en el plano más humilde y eficaz del movimiento ecuménico, en el de la vida diaria de los cristianos. ¿Qué es la unidad en mi vida espiritual? ¿Algo que se trasluce en mi vida corriente? ¿Una cosa que se ve en mi trabajo y en mi actividad de ciudadano? Al responder a estas preguntas, el autor nos da una visión de lo que ha de ser la unidad de los cristianos.
«Hacernos testigos de la unidad» es hoy una necesidad apremiante para todos los cristianos, para que se realice lo que Cristo pidió: «que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean uno totalmente y el mundo crea que tú me has enviado».